Dialogando sobre la ira
La ira es de las emociones que más compromete nuestro equilibrio y bienestar. Pocas veces logramos reunir la conciencia suficiente para responder de manera calmada y ecuánime cuando aparece. Uno de los factores fundamentales que determinan nuestra falta de control es la creencia de dónde se encuentran los detonantes de nuestra ira. Normalmente decimos que son externos. Que tal persona o suceso es el responsable de que pierda la cabeza y reaccione fuera de mis cabales. En realidad, las personas o sucesos son solo cerillas con una tenue llama. Una cerilla lanzada a un puente cualquiera no representa cambio alguno. Ahora bien, si este puente estuviera lleno de dinamita pues sería suficiente para que estallara ¡Somos puentes cargados de material explosivo! Un gesto que no nos guste expresado por alguien, una mirada, una palabra, algo que no salió como esperábamos y ¡Bang! Explotamos. Reconocer donde se alojan los detonantes de nuestra ira es el primer paso para lograr regularla. En la cultura oriental existe un cuento que representa esta realidad de manera genial.
“El bote vacío.”
Un monje al que le gustaba meditar en silencio, decidió un día subirse a un bote y remar hasta el centro de un lago. Allí estaría mucho más tranquilo y podría meditar mejor. Ya estaba en el centro del lago y cerró los ojos. ¡Qué paz se respiraba!
De pronto, cuando estaba en la fase más profunda de su meditación, algo golpeó su barca y le desconcentró. El monje pensó:
-Increíble que vine hasta aquí para no ser molestado y venga una persona a golpear mi bote. Pero debo seguir mi meditación sin perturbarme.
Pasados unos segundos de nuevo otro golpe. El monje no pudo más. Estaba tan furioso…
-Cómo era posible que no lo respetaran.
Lleno de rabia solo pensaba poner a esa persona en su sitio. Sin embargo, al abrir los ojos, solo vio una barca vacía, que seguramente arrastró el viento a la deriva hacia allí. Se quedó unos instantes observando y comprendió que la ira no venía del exterior, sino que residía en él. – Cada vez que me enoje con alguien- pensó- recordaré que ese enfado está dentro de mí.